LA VERDADERA HISTORIA DE GOMAN

 

*Rafael González Manríquez se robó más de un millón de pesos de Luis Guerra Martínez

 

Goman: de defraudador a presidente —                                 ———–Primera parte

 

Hiram Moreno / Juan Manuel Alegría

 

Salina Cruz. Era 1972, comenzaba el auge de la refinería “Antonio Dovalí Jaime” en esta ciudad, cuando el jovencito oriundo del Distrito Federal, Víctor Rafael González Manríquez llegaba  al puerto de Coatzacoalcos, en Veracruz, de la mano de su padre, Rafael González Sánchez, en ese entonces chofer leal del empresario Luis Guerra, a quien había logrado persuadir para que empleara también a su hijo —que sería conocido en el futuro como Goman y que casi tres décadas después llegaría a gobernar esta ciudad por las siglas del PAN.

Preocupado por la suerte de su vástago, desempleado en la ciudad de México, donde el joven vivía con su madre, el chofer suplicó a su patrón, que se encargara del jovencito, de quien dijo: “anda de vago y de golfo en el defe  y su madre ya no puede con él”. El empresario preguntó “¿y qué sabe hacer?” Le respondió su chofer apenado: “¡Nada!”.

 

El joven Goman entró al despacho de su futuro benefactor, quien miró a un joven “escuálido, sucio y mechudo”, recuerda don Luis Guerra. “Muy bien —le dijo a su empleado—; desde ahora yo me hago cargo del muchacho; yo le voy  a enseñar a trabajar y a ser hombre de bien”.

Don Luis Guerra recuerda: “su padre me agradeció el favor y, acto seguido, sacó de su pantalón un mendrugo de pan que extendió a su hijo, lo cual me molestó”, añade el empresario, y le espetó a su empleado:

—¡Retira ese pan! ¿Me lo trajiste para que me hiciera cargo de él, no?, pues desde este momento aquí le daremos de comer y todo.

De inmediato la esposa del empresario llamó al joven al comedor y desde entonces lo adoptó como un hijo. “Por su padre le di la mano que después me mordería”, lamenta Luis Guerra en la entrevista con En Marcha.

 

Hoy, después de que la debilidad natural de quienes se encariñaron con el hijo adoptivo equivocado les ha hecho perder una fortuna, se aúna el dolor de saborear injustamente la traición e ingratitud de quien hace años llegara a estas tierras solariegas… ¿decidido a todo?

 

Hoy, un millonario presidente panista

 

En la actualidad, esa imagen de “escuálido, sucio y mechudo” cuya hambre se mitigaba con un mendrugo está muy lejana; a González Manríquez le sigue sonriendo la buena fortuna con la que llegó al istmo oaxaqueño: es dueño de una  inmensa ferretería (“Ferreman”), un lavado automático de autos (“Car Wash”), con maquinaria robotizada de importación que costó una fortuna, terrenos, residencias, una compañía constructora con un gran número de unidades de maquinaria pesada, un edificio en el centro de Salina Cruz donde tiene sus oficinas…

También es edil municipal de la ciudad y puerto más importante de la región, cargo que también usa para su beneficio ya que otorga contratos a su propia compañía (aunque el señala que no es suya, ya que las acciones están a nombre de sus familiares) y, por si lo anterior fuera poco, al comprobársele el fraude orquestado ante su antiguo patrón y luego socio, Luis Guerra,  por un millón 192 mil pesos (comprobados de un año solamente), fue exonerado por las autoridades judiciales, ya que —para la buena suerte de Goman— el delito había prescrito por haberse cometido en el año de 1992 y denunciado en el 2001.

 

 

Todo comenzó….

 

Tres años después de su arribo, en 1975, Goman sintiendo que tenía el afecto de su protector quiso iniciar su ascenso económico. Ocurrió que el señor Guerra despidió al entonces administrador de la empresa por alcohólico; de inmediato Goman le pidió el puesto, a lo que el patrón (quien entonces le tenía afecto pero no confianza) le respondió: “¡Cómo quieres que te dé el puesto, si acabo de correr a ese por borracho y tú eres igual, pues andas con él!”.

 

Ante este poderoso impedimento, que limitaba su ansia de poder, dos años después Goman deja la bebida, con lo que se gana definitivamente a su patrón, por lo que en 1987 éste lo invita a formar parte de la nueva compañía que fundaría en Salina Cruz.

En ese año, Luis Guerra Martínez crea en este puerto la empresa Construcciones Mecánicas de Salina Cruz S.A. (Comesa). “Se requerían cinco socios —rememora el empresario— por lo que decidí que aparte de mi esposa, mi primer hijo y dos personas de confianza, que el quinto socio fuera Víctor Rafael González Manríquez. El capital debía ser de cincuenta millones de pesos, como Goman no los tenía, yo aporté los diez millones que le correspondían, que significa el 20 por ciento de las acciones y no el 50 como alardeó, mintiendo, en una entrevista con En Marcha en febrero del 2002”, indica Guerra Martínez.

Añade que delegó un poder amplio a González Manríquez con el cargo de superintendente para administrar la empresa, con apoyo de un contador de nombre Hugo Cruz Rito, “un maletero, porque lo saqué de la empresa Cristóbal Colón donde laboraba en la sección de paquetería”, explica el empresario.

Lo malo, lamenta de nuevo Luis Guerra, “es que en lugar de agradecer su nuevo nivel de vida, me pagaron con ingratitud. Goman para sostener a su esposa de Coatzacoalcos y a sus dos mujeres de aquí: y Hugo Cruz Rito, en contubernio con él, ya que manejaba las comprobaciones de los cheques”.

Ese contubernio se comprobó después “porque Cruz Rito desapareció papeles clave que hubiera servido para encarcelar al chilango malagradecido, ya que solamente le pudimos comprobar faltantes del año de 1992 porque los otros cuatro años anteriores, Cruz Rito desapareció la documentación”, explica el empresario defraudado. Según don Luis, este apoyo al comprobado defraudador le fue pagado a Cruz Rito, ya que Goman lo haría administrador de su futura empresa.

 

Parecía el dueño, pero…

 

Goman se ostentaba como el dueño de la compañía, así lo conocían en la refinería de Pemex. Era tal la confianza que le tenía Luis Guerra que, por ejemplo, si tenía que pagar 50 millones a los proveedores, Goman tomaba ese dinero, lo depositaba en una cuenta bancaria personal que “jineteaba” y cuyos intereses no se enteraba Luis Guerra y que fueron haciendo una pequeña fortuna del ahora presidente de este puerto.

Pero, algo salió mal, porque en los primeros días de diciembre de 1992, cuando González Maríquez se hallaba en los Estados Unidos comprando maquinaria (y seguramente haciendo negocio personal, sospecha el señor Guerra), el contador, Heliodoro Monjardín López, en ese entonces auditor interno de la empresa, le comunicó a Luis Guerra que Víctor Rafael González Manríquez había desviado grandes cantidades de dinero a cuentas personales, desde hacía por lo menos tres años, de 1990 al 92 (ahora se sospecha que fue desde el principio, por la documentación desaparecida).

 A su regreso del extranjero, el 21 de ese mes, Goman se encontró con la mala noticia y el reclamo de su ex patrón quien le soltó: “He sido como un padre para ti y tú me robas, ¿así me pagas?”, a continuación le dijo que estaba despedido y que sería liquidado de acuerdo con la ley, pero primero Monjardín le practicaría un auditoría.

 

Un defraudador muy listo

 

Goman, aceptó el despido y, consciente de que los resultados lo inculparían, todavía pudo convencer a su socio de que quien le hiciera la auditoría fuera Hugo Cruz Rito; “fue un error, porque estaban en contubernio; en cinco años nunca pudo terminar la auditoría, y encubrió las irregularidades de su actual patrón”, añade Luis Guerra.

Entrevistado en su domicilio de la colonia Deportiva de este puerto, el empresario defraudado indica que “ese contubernio se demostró en la averiguación previa número 6529 (SC) 2001, y quiero decirle a los todos los que creyeron las mentiras del hoy presidente municipal, que González Manríquez en complicidad con Hugo Cruz Rito, firmó de recibido los cheques números 72395 por cien millones,  y 74369 por ocho millones 75 mil pesos de la cuenta 3679- 4, que fueron expedidos de la chequera de COMESA a nombre de Apolonio Hernández Mendoza, cuñado de Víctor Rafael y hoy accionista de Goman Constructores con el 25 por ciento de las acciones”.

Aunado a lo anterior, agrega Luis Guerra, “el sinvergüenza de Goman, descaradamente inventó una asamblea de accionistas de mi empresa con fecha 28 de diciembre de 1992 (con un documento redactado a mano donde solamente aparece la firma del actual edil municipal), donde pedía al resto de los socios le fueran devueltos los 140 millones de pesos que, según él, aportó para la fundación de la sociedad, el solo firmó y se autopagó.

“En esa fecha Manríquez ya estaba fuera de la empresa y además, nunca aportó un solo peso, con todo, se le liquidó con 31 millones porque en la semana que me pidió de plazo para entregar cuentas, incrementó falsamente el capital de la empresa para poder hacerse de más recursos y limpió un poco la suciedad  con la que pagó la confianza que deposité en él”, explica el empresario constructor.

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