Es turno de las mujeres

Né!

 

 

Según una percepción sensata; es decir, que a un juicio sano, el feminismo es solamente una “contracorriente” del machismo. Empero, el machismo NO nació de una reunión de los primeros hombres del mundo que dijeron: “Vamos a someter a las mujeres”, NO: El machismo NO es una corriente organizada como el feminismo sino solamente el resultado del posicionamiento natural de los protagonistas de la sociedad: el hombre y la mujer. El machismo es el nombre que le dio cierto grupo ideológico precursor a la forma tan vergonzosa en que hombres de algunas sociedades (no todas) trataban o maltrataban a las mujeres; tal movimiento social exige hasta nuestros días la liberación del “sexo débil” de las condiciones sometidas en las que se encontraban, así como equidad de género. En algunas sociedades, como la islámica por ejemplo, no se puede aún ni pensar en la liberación femenina y ni siquiera conocen términos como “machismo” y menos “feminismo”; a lo mucho llegan a resignarse a “sometimiento y esclavitud”.

            En el Istmo, especialmente en Tehuantepec, según las estadísticas y la memoria colectiva, la mujer no “representa” solamente una parte “importante” de la sociedad y la economía locales sino que constituye –sin jerarquía alguna específica– una de dos únicas partes cardinales: La mujer y el hombre. No hay un orden específico, no hay un valor mayor y menor designados a esos individuos sociales que son la mujer y el hombre en Tehuantepec; son dos, uno más uno y punto.

            En ese sentido, a quienes tenemos conciencia de ello, nuestra sociedad tehuana nos enorgullece, pero la equidad de género tan armoniosa que ocurre en el Istmo se limita precisamente y exclusivamente a la sociedad. Si bien la mujer ha ocupado cargos “importantes” en los gobiernos municipales y estatales, en Tehuantepec no se ha brindado la oportunidad a una mujer de poseer en máximo cargo municipal.

            Que una mujer llegue al poder tampoco garantiza que llegue a ser una estupenda funcionaria libre de corrupción, pero de eso trata precisamente esta columna, que la equidad de género nos hace personas, hombre o mujeres, iguales o similares por lo menos y entonces, también vulnerables o susceptibles a ser corruptos o administradores mediocres.

            La buena educación, los valores y la honestidad no se garantizan por ser hombre o mujer sino son condiciones intelectuales y emocionales o psicológicas características –o no características– de cada ser individual, del sexo que sea y la preferencia sexual que sea.

            Al interior del PRI de Tehuantepec son muchos hombres quienes han hecho públicas sus intenciones de ser candidatos a la presidencia, de los cuales ni uno sólo está a la altura ni de ese cargo al que aspiran ni estaría por lo menos a un centímetro de llegar a los tobillos de la mujer tehuana digna y respetable. Por otro lado, son por lo menos tres mujeres las priistas aspirantes a la candidatura de su partido, pero de las cuales sólo vale la pena mencionar a Consuelo Zamudio.

            Todos esos hombres tehuanos que aspiran llegar a la presidencia, lo único que transmiten es la imagen o la idea de una jauría de repugnantes ambiciosos, como rabiosos canes serviles de funcionarios poderosos y quienes los atan de una correa al cuello, aleccionados y listos para liberarlos y lanzarlos sobre el dinero público. Pepe Toño Estafan (de quien se rumora traición, por cierto), Mastín Vásquez Villano, Sofea Castro y Gulmaro Rata Salinas son solamente algunos de los oscuros personajes detrás de los candidatos caballeros. Por otro lado, Consuelo Zamudio transmite una sólida alternativa, fundada en una personalidad muy propia  –insisto después de comentarios anteriores en otros medios– pues no tiene el “respaldo” de ninguno de esos inmundos personajes; sus equipos de trabajo son conformados por familias enteras, más inclinadas al trabajo comunitario y de equipo, con mucha mayor equidad de género y estructurados bajo un sistema incluyente muy natural, sin pretensiones publicitarias, sino muy natural.

            En Salina Cruz pasa similar: Son los mismos de siempre, los casi eternos aspirantes: Robás Cafetillo, El Chino Cochino de Sofea e Hiram Mordidas, pero de los tres no hacen uno, dijeran en mi pueblo. Los podríamos definir así de rápido: Tomás: Fraudulento y mañoso; El Chino: Títere extranjero de Sofea, mujer de millones inexplicables; e Hiram: Constructor de obras de pésima calidad al mayor costo.

 

 

Au revoir

 

Mario Osiris Benavides Morin

Catedrático de la Universalidad de Oaxacalifornia

www.benmorin.mx

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