A cada quien su luna

Hola a quienes en esta ocasión coincidimos en este espacio donde las letras dan voz a la palabra , y cuando digo palabra dentro de mí se deslizan muchas de ellas, las imagino aglomeradas antes de salir a la luz, apretujándose para ver quién asoma primero, quién después y quién cierra el texto. Imagino también a todos los signos atentos al llamado, el punto en sus diferentes funciones, la coma,  la interrogación, en fin todos aquellos elementos preciosos y precisos para una buena comunicación.

Comunicación, si, ese es el tema que quiero abordar hoy porque me parece elemental para el desarrollo personal, para la plena convivencia, para el crecimiento de los individuos y de las sociedades. Sin embargo, parece que cada día perdemos más la capacidad de comunicarnos, y no me refiero únicamente a hablar y escuchar, voy más allá comunicar…con la mirada, con la postura, con los gestos, las señas, la interacción.

Comunicación que paradójicamente se pierde en esta era , donde se pugna para que las brechas digitales se acorten a la vez que las personales se distancian. Basta ver a un grupo de amigos y amigas reunidos en un mismo espacio para saber que cada uno está ensimismado con un aparato que le facilita el aislamiento y dificulta el contacto con quién está a su lado. Cada uno atiende su propia búsqueda, su más reciente publicación, envía o contesta un mensaje, juega,  o simplemente habla con alguien más que no está presente.

Comunicación que se pierde porque ya no hay escucha activa, esa que demanda atención auditiva y visual del receptor, esa que te corresponde con un gesto, una sonrisa, una afirmación, una palmada , ¿cómo hacerlo si hay una pantalla que se ilumina, un aparato en tu cintura o en el bolso que vibra, un timbre que anuncia que alguien más demanda tu atención?.

Comunicación que  se obstruye cuando cada miembro de una familia atiende con particular atención, no lo que se dice entre ellos, sino lo que le dice el aparato en mano, llámese tabled, ipad, iphone o simplemente un celular, aparatos que se caracterizan por ser visualmente atractivos, de usos intuitivo y de interfaz gráfica de fácil acceso, pero que limitan poderosamente la interacción que se genera a partir de una charla común, de una plática coloquial entre los miembros convocados en un mismo espacio.

Por eso, por el resguardo de la comunicación, del contacto táctil y visual, de la sonrisa y gesto compartido , de la escucha activa , celebro cuando una niña de 9 años trae consigo los palillos chinos, la lotería, las adivinanzas o la lectura de un cuento para que todos participemos mientras se espera la comida, la consulta médica o lo que haya que esperar, así sea tan solo el transcurrir del tiempo. Tal vez basten unas cuantas lunas para verla a ella también con un aparato de los citados en la mano, mientras eso sucede seguiré celebrando el poder de la verdadera comunicación a través de la palabra ,la mirada y todo aquello que verdaderamente  acerca.

Sin más que compartir, dejo a ustedes mis palabras y mi virtual abrazo.

María de los Ángeles Martínez Romero

Docente de profesión , amante de las letras por vocación.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*