EL REVÉS DE LA TRAMA

Omar Gasga.

Tirza Bonifazi, periodista italiana especializada en cine y música, radicada en Huatulco desde hace casi cuatro años, fue quien soltó la idea. “Vamos a hacerlo”, atajó de inmediato el oaxaqueño Salvador López Toledo, un especialista en mercadotecnia y publicidad, egresado del Tecnológico de Monterrey, quien en su historial profesional ha tenido cargos en áreas de turismo de los gobiernos municipal, estatal y federal.

 

Ocurrió una noche de abril pasado en el Café Huatulco, mientras conversábamos sobre el proceso electoral que está en marcha en Oaxaca —y particularmente de los aspirantes de partidos políticos y coaliciones que buscan la presidencia municipal de Santa María Huatulco—, cuando surgió la idea de que a este polo turístico le hacía falta un espacio público donde se oferten productos orgánicos: frutas, verduras, mermeladas, huevos, leche y derivados, galletas, café, mezcal y dulces, entre otros.

 

Cocinado en breve tiempo, el proyecto se hizo posible unas semanas después, el sábado 4 de mayo, cuando a las siete de la mañana comenzaron a instalar sus puestos más de una docena de productores de la zona que, enterados a través de los noticiarios de radio, decidieron sumarse a este proyecto comunitario, abierto a todo público, dirigido a todos aquellos interesados en producir alimentos libres de pesticidas, hormonas y contaminantes.

 

Flora y Estela Ortega Ramos, dos hermanas oriundas de Bajos del Arenal, Huatulco, aparecieron a las siete de la mañana en punto con semillas de calabaza, mangos, limones, frijol, plátano y huevos de gallinas de rancho. Ambas se mostraron complacidas de contar con un lugar para exhibir lo que las familias producen en esta zona costera que, aun cuando está dentro de la poligonal de casi 21 mil hectáreas de tierras comunales expropiada por el gobierno federal en 1984, no ha abandonado la vocación agrícola que tiene.

 

Virginia Pacheco trajo consigo pulpa de tamarindo sin conservadores y cacahuates asados. Ella dijo estar contenta de que se abriera en plena zona turística de Huatulco un espacio público para expender lo que producen las familias de El Zapote, Pochutla, su tierra natal, hasta donde no llega la derrama económica que cada año dejan aquí miles de visitantes nacionales y extranjeros.

 

La familia de Martha Pérez, oriunda de la comunidad de Palma Larga, Santa María Tonameca, se dedica a la producción de jamaica desde hace más de tres décadas, con lo que ella ha aprendido a preparar mermelada y licor de esta flor de primera calidad, que en el mercado nacional es codiciada por empresas refresqueras, las cuales, quizás por adquirir volúmenes descomunales, pagan una bicoca por cada kilo comprado a los intermediarios que acopian la cosecha de quienes la cultivan en la franja costera de los municipios de Tonameca y  Santo Domingo de Morelos.

 

Martha y otras cuatro madres de familia de su comunidad conformaron una sociedad denominada “Flor de Jamaica”, con el propósito de darle un valor agregado a esta flor producida con el uso de abono orgánico y lombricomposta.

 

En los registros que tiene la secretaría de Desarrollo Agropecuario, Forestal, Pesca y Acuacultura (Sedafpa) de Oaxaca  el cacahuate y la jamaica cosechados en esta franja de la costa oaxaqueña son productos de alta calidad que captan la atención de los grandes compradores o acopiadores nacionales.

 

Manuel Tenorio, agricultor de Bajos de Coyula, señaló que todos los niveles de gobierno han sido incapaces en coordinarse para generar las condiciones que permitieran en esta zona expropiada hace 30 años convertirse en un granero o región para el abastecimiento de frutas y legumbres que demanda al año el centro turístico de Huatulco.

 

Acompañado de su familia, Tenorio trajo a vender parte de su cosecha de plátano bellaco o plátano grande, de la variedad criolla, cuya característica es que aguanta hasta cinco días en anaquel.

 

Emanado de miembros de la sociedad civil, el proyecto piloto del Mercado Orgánico de Huatulco (MOH) en su primera edición congregó también a productores de Santa Cruz Huatulco, La Merced del Potrero, municipio de San Miguel del Puerto y de San Carlos Yautepec, además de que contó con el apoyo de otros grupos sociales y voluntarios que se sumaron a la causa y ofrecieron clases de yoga, exhibiciones de baile, talleres sobre separación y reutilización de basura, certificación comunitaria, demostración gastronómica, trova y hasta intercambio de libros.

 

El MOH se realizará una vez al mes en el parque de la bahía de Santa Cruz Huatulco de aquí hasta noviembre próximo, y a partir de ese mes, cuando se registra un incremento en el número de turistas canadienses y estadounidenses, se tiene previsto que funcione todos los sábados, de 8 de la mañana a dos de la tarde.

 

Armando Canavati Nader, un regiomontano avecindado en Huatulco, se sumó al MOH y en esta ocasión exhibió una treintena de frutas orgánicas cultivadas en su rancho Hagia Sofía, un proyecto agroecológico en la zona limítrofe de los municipios de Huatulco y Pluma Hidalgo.

 

Además de contribuir con su perfil turístico a incrementar la oferta para visitantes que no sólo quieren sol y playa, Hagia Sofía es un modelo piloto regido bajo estrictas reglas de cultivos libres de agroquímicos, con el uso exclusivo de abono natural producido ahí mismo, para la producción de unas 80 tipos de frutas tropicales y exóticas, además de unas 200 variedades de flores y plantas.

 

Si tuviésemos que jerarquizar, el ejemplo más elocuente del tipo de productos cultivados en la región que se requiere en el MOH tendríamos que señalar a Hagia Sofia, entre cuyos objetivos, además, está la preservación de los recursos hídricos, flora y fauna sobre las 130 hectáreas de montaña y selva baja que Canavati Nader tiene a su cuidado bajo un régimen de pequeña propiedad.

 

El espacio público obtenido por un pequeño grupo de la sociedad civil para la creación del MOH ahí está, sin ningún propósito avieso o fines  electoreros.

 

Corresponde ahora, fundamentalmente, a la capacidad de organización y creatividad de los productores, con apoyo de voluntarios y organizaciones sociales, mantenerlo bajo los preceptos que le dieron origen.

 

Desde luego, es necesario la concurrencia de las autoridades municipales, estatales y federales darle el respaldo necesario para cumplir con las metas que el comité organizador se fijó bajo ideas muy precisas desde el inicio: Establecer un lugar para exhibir y vender productos alimenticios en cuya generación no se hayan utilizado agentes nocivos a la salud, el medio ambiente o la estructura social de la comunidad, promover a los productores de la región, contribuir a la integración social de las poblaciones involucradas e integrarlo al inventario de atractivos turísticos de Huatulco.

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