Palabra de Antígona
En Oaxaca lo incomprensible
Por Sara Lovera
Hace unos días que el Congreso de Oaxaca optó por desaparecer los poderes en el municipio de San José Cosolapa. Con 29 votos a favor y nueve en contra, los diputados depusieron a la alcaldesa Carmina Álvarez García, quien obtuvo la presidencia a través de Movimiento Ciudadano. La alcaldesa denunció la intención del cacicazgo de deponerla, de alterar la decisión del pueblo y en un proceso en el que demostró que ganó. Carmina Álvarez quien a pesar de todos los esfuerzos jurídicos no contó con el apoyo y la legalidad necesarios.
No es la primera. Oaxaca se distingue por tener una lista de mujeres indígenas y no indígenas que son detenidas en su paso por la política. Es un machismo extraño, que pasa por temas de corrupción e ilegalidad en esa entidad.
Ahora es claro que las mayores dificultades para que las mujeres accedan al poder están en aquellos municipios de usos y costumbres y donde el cacicazgo de algún tipo se apodera de los recursos y el alma de los habitantes. En San José Cosalapa están claramente identificados los intereses caciquiles, de un antiguo PRI.
Imposible que otra cosa suceda. Es Oaxaca un sitio donde es reiterada la falta de una política democrática, no importa que aparentemente gobiernen en plural diferentes partidos políticos. La situación peligrosa para la vida y el desarrollo de las mujeres es casi general. En 6 meses nueve mujeres han tenido que parir a las puertas de un hospital, en un jardín, en la calle, en un taxi, es el colmo. Los homicidios contra mujeres y la sospecha creciente de trata, sobre todo en la costa oaxaqueña debían preocupar al gobernador Gabino Cué, pero por lo visto no. No importa tampoco al Congreso Local y falta mucha fuerza en los grupos civiles de mujeres, que según el momento, la época o los intereses, apoyan al gobierno.
Hoy esta situación supone fortalecer a grupos civiles y democráticos, de ninguna otra parte que desde los mismos grupos civiles y democráticos, para desenmascarar al gobierno de Gabino Cué. Claro, me dirán, hay muchas denuncias, marchas, cuentas hechas por grupos sobre muertas, violadas, perseguidas. Hay otros esfuerzos, incluso el de convencer al gobierno de promover y creer realmente en el avance de las mujeres. Y no sólo eso, dinero desde la federación para detener crímenes e injusticias. Pero todo hace evidente que el gobierno de Oaxaca, es un gobierno del siglo XVIII, además de inútil y represor. Es bien claro.
Esta es una encrucijada para los próximos tiempos, porque necesitamos grupos de mujeres capaces de protestar con energía, sin antecedentes que las hagan ver como manipulables o como socias temporales.
Me sorprende que esto suceda en Oaxaca, cuando fue ahí, hace algunos años, donde parecía fantástico que se hubieran hecho las mejores armonizaciones de leyes; donde se reconoció como adelanto legislar sobre usos y costumbres, tras el levantamiento en Chiapas; donde parecía que crecía la postura ciudadana de avanzada, al decidir por gobiernos plurales y, finalmente, tras una larga crisis llegó la alternancia.
Pensamos que tal alternancia era parte de la transición a la democracia. Bien, nos hemos equivocado muchas veces con los partidos distintos al PRI, nos hemos equivocado al no juzgar a fondo acontecimientos y coyunturas. Nos equivocamos con alianzas sin principios.
Nos hemos equivocado tanto que nos pesa tener muertos, encarcelados y perseguidos por culpa de esas equivocaciones. Hoy muchas mujeres han sido humilladas por supuestos gobiernos de transición y otras se han equivocado al tomar alianzas que fortalecen el patriarcado. Veremos que sigue.
Evidentemente no es así. El caciquismo antiguo, de los viejos dueños de tierras; el de la sección 22, que ha dejado en el abandono a miles de niños y niñas indígenas y su estructura corrupta; el Congreso mayoritariamente priista y un gobernador débil, sin autoridad moral o ideológica, deja a esta tierra de Benito Juárez, el prócer de la Reforma y cuyo natalicio es un aniversario fundamental para el país y día recordado en todas las Américas, nos/ me deja un mal sabor.
Ahí en Oaxaca hubo la segunda imprenta, después del Distrito Federal y las revistas de mujeres más antiguas, tras las primeras en los años de 1826 , sin embargo parece un golpe a la inteligencia suponer que hay un gobernador blandengue, manejado por los líderes magisteriales que tienen en sus manos el mando fundamental que es la formación de las nuevas generaciones; es inaudito que no tenga ese gobierno una sola capacidad para detener el homicidio y la violencia contra las mujeres; que en sus narices funcione el negocio de la trata en sus costas; que en sus tierras se maltrate y persiga a migrantes y que tenga que ser la tierra de Oaxaca donde las mujeres indígenas y no indígenas se enfrenten a un machismo trasnochado que nada tiene que ver con la modernidad.
Es inaudito que haya tanto atraso luego de tan brillante historia. Vaya hasta el hecho de que haya nacido ahí Porfirio Díaz, lo que hizo que el estado tuviera progresos aún en lo que identificamos como dictadura; que haya sido ejemplo de poetas e historiadoras y músicos magníficos y que una mujer, Juana Catarina Romero, haya sido una mujer emprendedora, comerciante interoceánica y con gran influencia en la política local, todo se contradice con una realidad lacerante, triste, donde no parece haber visos de democracia y adelanto.
No es por ser tierra indígenas, por supuesto que no, ni porque haya poco dinero y se ubiquen algunos municipios de alta marginalidad, tampoco, sino por esta ceguera gubernamental. Alguien me había dicho que los poderes debían desaparecer en el Estado y no en ese rincón donde impunemente ha apoyado desde el Congreso al caciquismo y no a la legalidad. Es una lástima.
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