- Encabezan 24% de 25 millones de hogares en el país: Inegi
- ONG: trabajan y atienden a sus hijos en medio de condiciones laborales adversas
- Muchas viven con sentimientos de culpa mal atendidos y entre críticas de la sociedad, dice experta
Ángeles Cruz Martínez
Periódico La Jornada
Sábado 10 de mayo de 2014, p. 2
Para 6 millones de mujeres que son madres y jefas de familia la vida no es fácil. Combinar el trabajo, la obligación de llevar el sustento para sus hijos y asegurarse de que ellos tengan un sano desarrollo es un reto enorme, y para muchas muy difícil de cumplir. Representa una problemática a la que el gobierno no presta atención más que en el discurso.
En los hechos, afirma Adriana Jiménez, coordinadora de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos (Ddeser), las mujeres, sobre todo las de menores ingresos, se enfrentan a situaciones cada vez más adversas, como las nuevas condiciones laborales, que permiten contratos de tres o seis meses, les obstaculizan el acceso a derechos sociales, como guardería para los hijos, el disfrute de la media hora de lactancia o los permisos de cuidados maternos cuando alguno de sus vástagos se enferma.
Y aun cuando pudieran hacer uso de alguno de estos permisos para ausentarse, ellas procuran no tomarlos por temor al despido. En cambio, dice, pueden cumplir jornadas laborales hasta de 12 horas o hacer largos recorridos desde su casa para llegar al trabajo, a costa de dejar solos a sus hijos y sufrir, ellas mismas, un desgaste físico y emocional que tampoco nadie se ocupa de atender.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México hay alrededor de 25 millones de hogares, de los cuales 24 por ciento son encabezados por mujeres, los cuales están integrados por tres personas en promedio.
A pesar del cúmulo de responsabilidades que enfrentan estas jefas de familia, en ocasiones también deben hacer frente a señalamientos de la sociedad y sentimientos de culpa mal entendida, porque en realidad corresponde al Estado garantizar la conciliación entre el trabajo y la familia, los derechos laborales y los de la infancia a tener una vida segura y feliz. Pero eso no ocurre en México, señala Adriana Jiménez.
Algunas de las madres-jefas de hogar con más posibilidades económicas no escapan a estos problemás. También deben trabajar y dejar a sus hijos en guarderías donde pasan la mayor parte del día; los más grandes en escuelas y cursos de todo tipo durante las tardes, o bien al cuidado de algún familiar.
Ellas también enfrentan sentimientos de culpa, y algunas tratan de superarlos en la sicoterapia, explicó Claudia Sotelo, directora del Centro de Especialización en Estudios Psicológicos de la Infancia (Ceepi). Son pocas las que tienen esa posibilidad, y de todas formas son reflejo de la realidad: ocho de cada 10 mujeres que acuden a terapia son jefas de hogar que se sienten culpables por no pasar más tiempo con sus hijos pequeños.
La especialista advirtió sobre la importancia de una visión integral de la situación, porque tan mala es la culpa por estar ausente del hogar como la frustración en que viven las que, tal vez con mejores condiciones económicas, dejaron su desarrollo personal y profesional para dedicarse al cuidado de sus hijos.
Debido a que las condiciones que viven las madres de familia en México son tan variadas, se hace necesario hacerles saber y comprender que en la vida hay tiempos para realizar todo lo que está a su alcance y ofrecer a sus hijos lo que requieren de acuerdo con la etapa de desarrollo en que se encuentren.
Sotelo comentó que los primeros cinco años de vida son muy importantes, porque se construye la personalidad de los niños y las características que los regirán a lo largo de sus vidas. En esta etapa las madres deben darles calidad en los tiempos que pasan con ellos, aun cuando sean cortos. Por ejemplo, leer un cuento que les puede tomar sólo algunos minutos.
Después de esa edad, los niños se vuelven más autónomos y ellas pueden emprender nuevas tareas o plantearse otras metas. Mencionó que los sentimientos de culpa son un fenómeno de nuestros tiempos, pero es necesario que se haga conciencia sobre el mismo y matizarlo. De esa manera, las madres pueden tener relaciones afectivas más sanas con sus hijos.
Para Adriana Jiménez, de Ddeser, otra parte del problema está relacionada con la corresponsabilidad, no asumida en muchos casos, de los varones. Aunque ha habido avances, todavía persisten creencias como que el cuidado y crianza de los hijos es una tarea que corresponde sólo a ellas.
Es una concepción que debe cambiar en las personas, las empresas y sindicatos, a fin de que desde esos ámbitos también se favorezcan las condiciones para ejercer una paternidad responsable, apuntó.
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