Por Sanjuana Martínez, Especial para La Jornada
A Hipólito Mora no le gusta hablar mucho. Los dos meses en la cárcel lo dejaron temeroso, más desconfiado, retraído. Trae mucho coraje por lo que el gobierno dice que le hizo: Me encarcelaron por defender un ideal que beneficia al pueblo. Jamás me dejaría agarrar otra vez. Y si traigo arma, menos. Tengo pensado no dejarme. ¡Que me maten! O mejor aún, que me tiren y yo a ellos. A mí no me vuelven a meter a la cárcel injustamente.
Lleva dos celulares colgados al cuello y un rosario de perlas. Usa un sombrero nuevo, camisa azul a cuadros y lentes, y se ha dejado la barba de candado. Sonríe, dice que se siente feliz por el cariño que le muestra la gente y porque confiesa que ahora más que nunca tiene claro que la lucha de las autodefensas en Michoacán debe seguir.
José Manuel Mireles lo espera en el salón de una casa en el Distrito Federal, donde van a comer con un grupo de amigos. Hace rato terminó el primer Congreso Nacional de Autodefensas y reconoce que su compañero es el mediático y que él es el estratega: Juntos somos invencibles; él, más que yo, dice en entrevista con La Jornada.
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