* Por más significados que le busquemos a la palabra “desestabilizar”, al final –y más aplicada a un gobierno en activo- no significa otra cosa que romperle el equilibrio, derrocarlo
Por Ramón Alberto Garza – Viernes 21 de noviembre de 2014
El presidente Enrique Peña Nieto reveló que existen intentos desestabilizadores hacia su gobierno, para su proyecto de Nación.
El mandatario hizo estas delicadas revelaciones a su regreso de una gira por China, en los momentos en que su administración atraviesa por una seria crisis política que mina su credibilidad.
Y es que la mezcla de los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa, atizados por las protestas en México y el extranjero, aunado a la cancelación del tren chino, y el escándalo de la casa blanca presidencial, tienen a la administración Peña Nieto en su punto más bajo de credibilidad.
El supuesto es que aunque algunas de esas expresiones sean legítimas, otros son montajes creados por intereses ilegítimos que pretenden desestabilizar al gobierno.
Por más significados que le busquemos a la palabra “desestabilizar”, al final –y más aplicada a un gobierno en activo- no significa otra cosa que romperle el equilibrio, derrocarlo.
Si el presidente Peña Nieto ya se atrevió a denunciarlo públicamente es porque tiene la información suficiente que le aporta el vasto aparato de seguridad al servicio del Estado.
Lo que sería sano para la estabilidad de la nación y para la tranquilidad de los ciudadanos, sería aportar los nombres de aquel o aquellos confabulados para sacudir al gobierno en funciones.
Aquí en este espacio lo venimos advirtiendo, una y otra vez. Son de tal magnitud los intereses que están en juego, las élites que se ven amenazadas por lo que viene de la mano de las reformas ya aprobadas, que algunos poderosos están dispuestos a todo con tal de no perder los privilegios acumulados en los últimos 20 años.
Voltee a ver a aquellos personajes –políticos, empresarios o líderes sociales- que se ven heridos o desplazados en sus franquicias de poder, en sus cotos económicos o en sus zonas de control político. Ahí están.
Es cierto que los montajes están hechos sobre situaciones reales que obligan a cuestionar al gobierno. Los muertos de Tlatlaya, los desaparecidos de Ayotzinapa, el tren y la casa blanca del amigo presidencial.
Como también es cierto que se gestan “photo opportunities” como la del fuego a la puerta del Palacio Nacional o los incendios en palacios de gobierno, sedes de partidos o incluso congresos.
Al final del día lo que el mexicano de la calle percibe es el descontrol, la amenaza, la violencia, la falta de un Estado de Derecho que le garantice su vida y sus propiedades.
El presidente Peña Nieto está en su derecho de denunciar desestabilizaciones. Faltan nombres para dar certeza a la intentona.
Publicación original: http://www.reporteindigo.com/reporte/mexico/desestabilizacion
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