Por Gabriela Ramírez
Nueva York. 17 de marzo. SEMlac/SeMéxico.- En su pastelería se hace uno de los mejores pasteles de zanahoria de Nueva York. No lo digo yo, Lety ganó hace poco el segundo lugar en un concurso de repostería en la Gran Manzana.
Leticia Herrera es una mexicana que llegó hace casi treinta años a Nueva York. Llegó como casi todas las personas que deciden cruzar la frontera: sin documentos, con la ilusión de reunir a su familia y pasando por un trayecto peligroso.
Sólo tenía 16 años cuando pisó suelo norteamericano. Venía con su mamá y algunos de sus hermanos. En total tiene 11 hermanos y algunos tuvieron que quedarse un poco más de tiempo en Tecomatlán, Puebla mientras ellas iban a encontrarse con su papá.
“La verdad no se me hizo difícil cruzar” dice Lety al recordar no solo la primera vez que vino a Nueva York, sino todas las veces que tuvo que viajar sin documentos porque regresaba a ver a los que quedaban en su pueblo o porque la oficina de migración de Estados Unidos la enviaba para territorio mexicano.
Poco tiempo después, logró su primer sueño. Su familia estaba completa. Sus padres y sus hermanos estaban en Nueva York y dice, no les quedaba nada más que luchar para salir adelante.
Lety recuerda que su primer empleo en esta ciudad fue en una empresa que se dedica a poner hebillas a los cinturones. “Mi primer cheque fue de 175 dólares, por cinco días de trabajo de 8 de la mañana a 5 de la tarde” dice con una sonrisa.
Al poco tiempo se casó con un joven, también de Tecomatlán, que había ido a Nueva York a estudiar. Tuvieron tres hijos que hoy tienen 22, 18 y 13 años respectivamente.
“Fue un poco difícil porque teníamos que trabajar mucho. Cuando nacieron mis hijos yo trabajaba vendido ropa en Manhattan y pues mi mamá Josefa y mi hermana Josefina me los cuidaron” relata Lety.
Después de pasar 15 años vendiendo ropa, Lety trabajó en una farmacia cinco años hasta que por fin pudo tener su propio negocio.
Impulsando a su marido, Lety lo convenció de abrir un negocio, una pastelería. Ahí han invertido no sólo sus ahorros, sino su tiempo y sus esfuerzos más grandes. Lety ha cumplido otro de sus sueños.
Por una calle cercana a la estación del metro de la avenida Roosevelt en el barrio de Queens se encuentra Lety´s Bakery & Café. Es un local pequeño pero muy acogedor. Desde la calle es posible detectar el aroma de los pastelillos y panes que hacen y hay unas cuantas mesas para tomar un café. Casi siempre está lleno.
“Mi marido es el que prepara todo, los pasteles, los panes, en fin. Yo me dedico a atender y a administrar el negocio y mis hijos cuando tienen tiempo y no están en la escuela vienen a ayudarnos”.
Detrás del mostrador Lety cuenta a SeMéxico que ha sido un trabajo muy duro. “Llegamos rendidos en la noche, pero siempre ha sido así, yo no estudié y por eso siempre he tenido que trabajar muy duro”.
El esfuerzo ha rendido fruto, tanto que ya han abierto otra sucursal, también por el barrio de Queens y Lety se encarga de que la atención y el trabajo en ambos locales sea excelente. A ella le encanta atender a los clientes.
Lety se considera muy afortunada, para ella, las cosas en Estados Unidos se han dado de manera fácil. Hoy además de ser una empresaria exitosa ya tiene la residencia americana.
Al preguntar qué es lo más extraña de México, con una sonrisa responde emocionada “¡Las memelitas, los tacos dorados y las dobladitas!”, por fortuna su antojo no tiene que esperar tanto tiempo porque cada año viaja a Tecomatlán con sus marido y sus hijos.
La vida de Lety cambió completamente al venirse a Nueva York. Ella cree que tal vez en su pueblo no hubiera logrado tanto. Y haciendo un recuento breve de su vida simplemente sonríe y dice que todo ha valido la pena, ella ha podido cumplir el sueño americano y se siente agradecida por las oportunidades que le ha dado la vida.
“Quién se iba a imaginar que fuéramos a tener un negocio, y luego que abriéramos otro. Luego hasta en un concurso quedamos en los primeros lugares de los mejores pasteles de zanahoria. Bueno, hasta de la tele han visto a entrevistarnos”, cuenta Lety.
Y finalmente, le pregunto a Lety qué podía decirles a otras mujeres, mexicanas o no, y en tono serio contesta “que sigamos luchando, que tenemos que progresar y hacer algo para estar mejor”.
Este es pues, un caso más de éxito de una mujer que no ha hecho más que trabajar duro todos los días para tener una vida mejor.
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