Jesús Morales
Luego de iniciaran los trabajos de remodelación en el Mercado 20 de noviembre, comerciantes expenden sus productos en las calles de Miguel Cabrera y Arteaga, ofreciendo a oaxaqueños y visitantes la amplia variedad gastronómica de la capital oaxaqueña.
Desde las primeras horas del día comienza el ir y venir de los compradores. Visitantes locales, nacionales y extranjeros acuden a los numerosos puestos para disfrutar de un chocolate de agua con pan de yema, unas enfrijoladas con tasajo, quesadillas de flor de calabaza, o bien, un caldo tradicional.
Un poco más tarde, el olor de la carne asada atrae inmediatamente y una vez ahí, es imposible resistirse a un pedazo de cecina enchilada, tasajo, chorizo o tripa de res, acompañados de sus chiles de agua y cebollitas asadas, rábanos, y sus tortillas de mano.
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“Hay oreado, con gordito o de hebra” ofrecen los marchantes a quienes se acercan a saborear este antojito que ha dado fama al Mercado 20 de Noviembre.
La señora Esperanza Hernández López, originaria del estado de Puebla, disfruta junto a su familia de la diversidad gastronómica que se reúne en este espacio.
“He visitado Oaxaca varias veces y comer aquí es un punto obligado. Como fanática de este mercado quiero decir que me da gusto que lo estén mejorando, para conservarlo y que dure mucho más, porque es una tradición que vale la pena continuar”, aseguró.
Asimismo, el comerciante Rogelio Sánchez precisó que luego de que iniciaran los trabajos de remodelación en el mercado, los visitantes no han dejado de visitarlo, lo cual ha permitido dar continuidad a su vida económica y que siga siendo un punto turístico de gran valor en la capital.
La construcción del mercado 20 de noviembre inicio en marzo del año 1862 concluyéndose en 1882. Años atrás la Plaza de las Armas y Plazuela de los Cantaros eran ocupadas por vendedores, por lo que fueron ubicados en el ex convento de San Juan de Dios al cual se denominó como mercado 20 de noviembre.
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