* Suiza detiene por corrupción a siete dirigentes del organismo y la fiscalía reactiva las pesquisas sobre los Mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022
Un doble terremoto con epicentro en Zúrich sacudió este miércoles el mundo del fútbol. A primera hora del día, la policía suiza, en coordinación con las autoridades estadounidenses, detenía a siete directivos de la FIFA acusados de haber recibido durante casi 25 años sobornos y comisiones por una cifra total de más de 150 millones de dólares. De forma paralela, funcionarios de la fiscalía suiza registraron la sede del organismo en la misma ciudad en busca de “datos electrónicos y documentos” que confirmen las sospechas de irregularidades cometidas en la elección de las sedes de las Copas del Mundo de 2018 en Rusia y 2022 en Qatar.
Las dos operaciones suponen un golpe colosal para el prestigio de la FIFA, que se ve envuelta en un escándalo masivo de sobornos, blanqueo de dinero y corrupción. Pero la presión no es por ahora tan grande como para que su presidente desde 1998, el suizo Joseph Blatter, se replantee su reelección, prevista para mañana.
Pese a aspirar a renovar su cargo por quinta vez consecutiva y tener ya 79 años, todos los observadores daban por descontada la continuidad de Blatter. Ahora, su único rival, el príncipe jordano Ali bin al Husein, podría tener alguna posibilidad. Los otros dos candidatos ya retirados, el exjugador Luis Figo y el holandés Michael van Praag, habían dado su apoyo a Al Husein, mientras que la UEFA pidió a última hora del miércoles posponer la votación. “Por supuesto que Blatter no está bailando en su despacho, pero este proceso es bueno para la FIFA. No beneficia a nuestra reputación, pero confirma que estamos en el camino correcto”, aseguró en una rueda de prensa improvisada el portavoz Walter de Gregorio. La FIFA tampoco baraja abrir un proceso de reflexión sobre la idoneidad de mantener los países anfitriones para las Copas del Mundo de 2018 y 2020.
Entre los siete detenidos en Zúrich se encuentran colaboradores tan cercanos de Blatter como el vicepresidente Jeffrey Webb. También está otro vicepresidente, Eugenio Figueredo. Solo uno de ellos ha aceptado un acuerdo de extradición inmediata a EE UU. Las autoridades estadounidenses disponen ahora de un periodo de 40 días para solicitar un procedimiento formal de extradición para los otros seis detenidos. En total, la Justicia estadounidense ha presentado cargos contra 14 altos cargos de la FIFA, de los que algunos han sido detenidos en varios países de América Latina.
“Acabar con la corrupción”
La irrupción de los agentes del cantón de Zúrich en el lujoso hotel Baur au Lac donde se celebra el congreso de la FIFA responde a la petición de las autoridades estadounidenses. “Los detenidos utilizaron sus posiciones de confianza para solicitar sobornos a cambio de los derechos comerciales, y lo hicieron una y otra vez, año tras año, torneo tras torneo”, denunció desde Nueva York la fiscal general del Estado, Loretta Lynch. El Departamento de Justicia y el FBI están “determinados a acabar con la corrupción en el mundo del fútbol”, añadió Lynch. Las autoridades estadounidenses actuaron de acuerdo con las suizas porque las actividades tuvieron lugar en suelo estadounidense y los pagos se realizaron a través de bancos de EE UU.
Las autoridades suizas creen que las entidades que efectuaron los sobornos, entre los que estarían medios de información deportiva y empresas de comercialización deportivas, pagaron a funcionarios de alto rango o delegados de la FIFA. El trato era claro: a cambio del dinero, los representantes de la FIFA cederían derechos mediáticos, de comercialización y de patrocinio en los torneos de fútbol celebrados en EE UU y América Latina. Las autoridades barajan ahora la posibilidad de congelar cuentas que recibieran el dinero de los sobornos.
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