“La cúpula sindical es delincuencia organizada”

* México encabeza una batalla para resucitar la reforma al sector educativo

JAN MARTÍNEZ AHRENS / EL PAÍS

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La educación en México es un avispero. Para entenderlo basta con echar un vistazo a estas cifras: 298.000 nóminas irregulares, 114.000 docentes jubilados o fallecidos que siguen cobrando, 113.000 profesores con otro puesto de trabajo, 39.000 aviadores (empleados que cobran sin trabajar), 30.000 liberados sindicales… Los datos los proporciona con todo detalle Claudio X. González, el presidente de Mexicanos Primero, la ONG que lidera la modernización del sistema educativo mexicano y cuyas críticas a los sindicatos radicales le han convertido en el blanco preferido de sus ataques.

En estos de días de furia, González no ha dudado un instante en ponerse en primera fila de la batalla y encabezar la campaña ciudadana para resucitar el símbolo caído de la reforma educativa: la evaluación de los maestros. Una medida que durante diez días el Gobierno suspendió en todo el país ante la amenaza de boicot electoral de la belicosa Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el sindicato que, con 110.000 afiliados, controla con mano de hierro la docencia en Oaxaca, Michoacán, Guerrero y Chiapas. Una fuerza de choque de la izquierda radical cuyo objetivo declarado es tumbar la reforma. Obcecada en un violento pulso con el Gobierno, esta central no ha dudado en asaltar aeropuertos, bloquear carreteras y quemar oficinas electorales para imponer su criterio. Pasadas las elecciones, ha retomado el pulso y plantado sus columnas en el corazón de la capital del Estado. El Gobierno, esta vez, ha advertido que no cederá. El choque anda cerca. En México hay 25 millones de alumnos de primaria y dos millones de maestros. Ante este inminente estallido, González pide firmeza.

Pregunta. ¿Coincide usted con quienes creen que la reforma educativa no ha avanzado?

Respuesta. En la aplicación de la reforma se han registrado fallos, pero también avances. Se han recentralizado las nóminas y se ha implantado el concurso donde antes se compraban y heredaban plazas. A finales de año habrán salido 70.000 puestos a concurso. Se ha puesto fin al monopolio de los normalistas: ahora ya acuden candidatos de universidades y otras escuelas a competir por la plaza. Y la evaluación de los docentes empezará en septiembre. El Estado proveerá capacitación al que lo necesite. Quien supere la prueba recibirá apoyos y mejoras salariales, quien la repruebe tres veces tendrá que abandonar el puesto. A eso se opone la cúpula sindical.

P. ¿Por qué entonces suspendió el Gobierno la evaluación de los maestros?

R. Su manejo político ha sido muy inepto frente a las presiones de la CNTE. Les permitieron manifestarse de forma cada vez más violenta. Les entregaron plazas y recursos, les hicieron concesiones con la idea de sacar adelante el resto de reformas. Y ya en periodo electoral, ante la amenaza que lanzaron de desquiciar los procesos en Oaxaca, Guerrero y Michoacán, el Ejecutivo suspendió la evaluación a los maestros. Pero la reacción de repudio fue unánime y, gracias a un fallo judicial, el Gobierno tuvo que reimplantar la evaluación docente.

P. ¿Y se podrá llevar hasta el fin la reforma?

R. No es fácil, no hay línea recta. En Oaxaca, Michoacán y Guerrero se registran resistencias. Pero hay que aplicar la ley a los líderes sindicales con expedientes por quemar, robar y secuestrar, se tiene que penalizar las ausencias y despedir a quien falte de forma sistemática al trabajo. Si esto se hace, el resultado será la vuelta a las aulas.

P. ¿Qué opinión le merece la CNTE?

R. Hay que distinguir entre la cúpula y los maestros. Los docentes están coaccionados por una cúpula que es delincuencia organizada, que se dedican a delinquir para mantener sus prebendas. Son el México oscuro y predemocrático que niega la transparencia y la rendición de cuentas, que se enfrenta a la modernidad y la democracia.

P. ¿Confía en que la reforma educativa se lleve adelante?

R. Por supuesto que se puede, pero hay que tener voluntad y firmeza. Será difícil en Oaxaca, Michoacán y Guerrero. Pero un fracaso condenaría a generaciones de mexicanos a una pobre educación y un pobre futuro.

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