· Desde la Cruz de Piedra hasta la Plaza de la Danza, las calles empedradas se llenaron de color, de música y folclore tras el paso de las 25 delegaciones que se presentarán en el Cerro del Fortín.
¡Oaxaca sigue de fiesta! Con una calenda, al sonido de la chirimía se anunció este sábado la octava de la Guelaguetza, la fiesta máxima de las y los oaxaqueños que cada año -desde 1932- deslumbra al mundo entero con sus danzas y tradiciones en la Rotonda de la Azucena.
Desde la Cruz de Piedra hasta la Plaza de la Danza, las calles empedradas se llenaron de color, de música y folclore.
Bajo el sol de verano que ilumina los edificios coloniales del Centro Histórico, las personas se aglomeraron en las banquetas de las calles, así como desde sus ventanas y el techo de sus casas, para ver pasar a las 25 delegaciones que se presentarán en la Octava del Lunes del Cerro.
Desde la terraza de un restaurante, el Gobernador Gabino Cué Monteagudo saludó a las delegaciones que con orgullo portaron sus trajes típicos, y con la sencillez que los caracteriza, invitaron a la gente a bailar, y compartir algunos productos típicos de su región.
Con melodías de las ocho regiones de Oaxaca, entonadas por la Banda de Música del Gobierno del Estado, la Diosa Centéotl representada este año por Indira Tanivet Jarquín Vásquez, de la delegación del Barrio de las Chinas Oaxaqueña, da la bienvenida a los visitantes nacionales y extranjeros en compañía de algunas representantes de las ocho regiones de Oaxaca.
Detrás de ella y al sonido del Jarabe del Valle, los monos de calenda -los gigantes de Oaxaca- hacen su aparición entre otras enormes marmotas adornadas con papel de china de colores, así como de los farolitos multicolores.
Con canastas adornadas con flores sobre sus cabezas, y ataviadas con sus vistosas faldas de amplio vuelo y encaje, sus lienzos de satín y listones que envuelven sus trenzas, las Chinas Oaxaqueñas hacen su aparición para contagiar, al grito de ¡Viva Oaxaca!, ¡Viva la Guelaguetza!, a la gente que los ve pasar.
En esta calenda, el Istmo de Tehuantepec deslumbra a la gente con sus mujeres de las delegaciones de Ciudad Ixtepec y San Pedro Comitancillo, las primeras por portar deslumbrantes vestidos como bañados en oro, y las segundas por sus hermosos trajes de gala con flores bordados sobre terciopelo.
Con los acordes de la centenaria Canción Mixteca del oaxaqueño José López Alavez, que invitan a conocer la tierra del sol, Huajuapan de León hizo su aparición.
Entre vivas y aplausos, visitantes nacionales y extranjeros conocieron de las mujeres bravías de San Pablo Macuiltianguis, quienes durante todo el recorrido realizaron la presentación de «El torito serrano», tirando a sus compañeros de baile con la fuerza de sus cabezas.
Imponentes se sintieron la presencia de “Los Rubios” de Santiago Juxtlahuaca, así como de los danzantes de la pluma de Cuilapam de Guerrero y Villa de Zaachila. Los primeros por anunciar sus pazos al sonido de sus espuelas, con sus tradicionales máscaras de talladas en madera y enfundados en trajes de piel. Los segundos, por sus vistosos peñachos multicolores sobre sus cabezas.
Con algarabía y júbilo, y ondeando sus pañuelos al ritmo de sones y chilenas, así se presentaron las delegaciones costeñas de Pinotepa Nacional y Putla Villa de Guerrero.
El jarabe del valle y el guajolote también sonaron con la presencia de los hermanos de San Antonino Castillo Velasco y Ocotlán de Morelos.
Finalmente, la belleza de la mujer oaxaqueña se vio representada con las mujeres de San Juan Bautista Tuxtepec, quienes ataviadas con sus trajes bordados de colores presentaron su baile folclórico de Flor de Piña, con el que hacen vibrar el Auditorio Guelaguetza.
Así, entre sones, jarabes y chilenas, la antesala de la Octava de la Guelaguetza se vivió en alegría, hasta llegar a la Plaza de la Danza, donde dejaron de manifiesto la hermandad que existe ente los pueblos de Oaxaca y que ha traspasado fronteras.
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