Soledad Jarquín Edgar / SENMEXICO
SemMéxico. Cd. de México, 19 enero 2016.- Las mujeres no han tenido el lugar que se merecen en la historia y los casos de Hermila Galindo Acosta y Elvia Carrillo Puerto son dos ejemplos concretos, cuyos aportes, ideas y luchas marcaron profundamente la vida de las mujeres y del país en las primeras décadas del siglo pasado.
Toca ahora reivindicar la vida y obra de estas mujeres, sostuvieron por separado las historiadoras Rosa María Valles Ruiz, Dulce María Sauri Riancho y Elva Rivera Gómez, quienes coincidieron en que a las mujeres en general se les ha invisibilizado y en que que son apenas unos cuantos años de historia feminista como tal.
Los nombres de Hermila Galindo Acosta, sufragista constitucionalista, así como el de Elvia Carrillo Puerto, una de las tres primeras diputadas locales en Yucatán electas en 1923, se han repetido insistentemente con motivo del Centenario del Primer Congreso Feminista de Yucatán.
Ambas, una que nació en el norte y la otra en el sureste mexicano, no estuvieron en ese Primer Congreso Feminista, Hermila Galindo Acosta sí envío su ponencia; hasta hoy –dice Dulce María Sauri Riancho en coincidencia con la historiadora Beatriz Peniche Rivero- son totalmente desconocidas las razones por las que Carrillo Puerto no estuvo presente.
Sin embargo, a pesar de sus ausencias, las dos mujeres tienen una importante influencia en lo acontecido entre el 13 y el 16 de enero de 1916. Por un lado, Galindo Acosta se había reunido varias veces con el gobernador Salvador Alvarado Rubio, promotor del Congreso Feminista de Yucatán e, incluso, sus ideas consideradas radicales habían sido expuestas ya a las yucatecas en alguna otra ocasión.
En tanto, Elvia Carrillo Puerto había iniciado algunos años atrás la conformación de la Liga Feminista Rita Cetina, la cual habría aglutinado a unas cincuenta mil mujeres, muchas de las cuales asistieron a aquellas arduas, ríspidas y largas jornadas de análisis sobre tres planteamientos fundamentales: educación laica y liberal, la sexualidad y ciudadanía, cuyos aplausos o protestas hicieron vibrar las paredes del teatro José Peón Contreras.
Hermila Galindo Acosta y Elvia Carrillo Puerto curiosamente vivieron mundos paralelos que jamás les permitió encontrarse. Fueron mujeres de tiempos distintos y de geografías diferentes.
Para su biógrafa la historiadora Rosa María Valles Ruiz, catedrática de la Universidad Autónoma de Hidalgo, la invisibilización de Hermila Galindo Acosta durante muchos años fue más allá del nombre, ya que su pensamiento es uno de los de mayor relevancia durante la Revolución mexicana.
Por ejemplo, dice la autora de Hermila Galindo, Sol de Libertad, cuya segunda edición esta por publicarse, es ella la que propone el sufragio femenino hace cien años, pero las circunstancias políticas tras el asesinato de Venustiano Carranza, de quien era su secretaria, además de editar la revista Mujer Moderna y ser una sufragista constitucionalista, se pierde en la noche de los tiempos, pero alcanzó a enviar al Presidente Adolfo Ruiz Cortines una carta luego de la reforma constitucional de 1953 que reconoció el derecho de las mexicana al sufragio universal y un año antes, el mismo presidente la nombra la Primera Congresista Mexicana, lo que ocurrió en 1952, aunque nunca llegó a ser diputada.
Su biógrafa sostiene que la historia tiene una deuda con Hermila Galindo y que la historia de México es una historia incompleta.
La ex gobernadora de Yucatán e historiadora afirma que es en general que las mujeres no tienen un lugar en la historia. Tal es el caso de Galindo Acosta y sin duda de otras muchas mexicanas, de ahí la necesidad de construir la memoria, ponerle nombre, rostro e intención.
Destacó que Galindo Acosta, a pesar la decepción –que debió ser desgarradora- que pasó cuando no se aprobaron las reformas constitucionales en el 17, fue partícipe de un movimiento revolucionario que transformó la estructura social de México.
Las mujeres como ella, fueron capaces de ver más allá de la estructura de la propiedad, las clases sociales, los derechos individuales provenientes del liberalismo hacia un derecho social, reitera la Maestra en Historia, Dulce María Sauri Riancho.
La ex gobernadora de Yucatán afirma que si las mujeres hubieran podido votar desde 1917, la participación política de las mujeres hubiera enriquecido la Revolución y no se habría tenido que esperar casi cuarenta años más.
Incluso, apunta, aun hay muchos pendientes en la construcción de la historia de Elvia Carrillo Puerto de quien ella “accidentalmente” encontró la fecha correcta de su muerte: 15 de abril de 1965 y todavía se desconoce la verdad sobre por qué Elvia no asistió al Primer Congreso Feminista de Yucatán y sobre lo cual versan varias teorías, dice.
A su vez, la doctor Elva Ribera Gómez, catedrática de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, sostiene que Hermila Galindo obliga a revisar las obras de las feministas que ella leyó, a los teóricos socialistas de donde retoma algunas propuestas en su proyecto político y que va a sustentar el feminismo constitucionalista o carrancista.
Explica que es de esta manera en que se puede entender a Hermila Galindo, es necesario escuchar la historiografía del pensamiento feminista de 1916, ya no solo hablaríamos de un liberalismo, un anarquismo, un magonismo, un constitucionalismo, sino de esas nutrientes ideológicas teórica que le dan sustento al pensamiento feminista mexicano contemporáneo.
Para Elva Rivero, Elvia Carrillo Puerto fue una promotora de la ciudadanía de las mujeres. Así sufragio y ciudadanía son el parteaguas de una agenda política donde Elvia Carrillo Puerto va a jugar un papel importante. Por ello, indica, me surge la pregunta ¿por qué un siglo después se le reconoce? Y tiene una respuesta: esta muy relacionado con el poder patriarcal.
Otra de las grandes aportaciones hechas a raíz del Congreso Feminista y de la intervención de Elvia Carrillo, años después como diputada local, es que se rompe la vieja estructura de llevar los procesos de lo federal a la provincia, pues las demandas y reivindicaciones de las mujeres van en sentido contrario.
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