Crónicas de la ínsula

Juchitán, semidestruido

Cuauhtémoc Blas

Semidestruido el palacio municipal de Juchitán, semidestruida su iglesia católica de San Vicente Ferrer, semidestruida su simbólica escuela “Centro Escolar Federal Juchitán”, semidestruido el centro de la mítica ciudad de Juchitán, centro que cual campo minado ya casi nadie habita. Pocas casas están con gente, menos los departamentos y mucho menos los negocios.

Hace unas horas un pequeño edificio de derrumbó por completo por ahí; platicamos con uno de los dueños de otro edificio que parece intacto, pero no es así, “tendremos que demolerlo —dijo—, ya no sirve”.

De pronto se instala la certeza de que todas esas oficinas y edificios del centro serán demolidos. Pero no sólo el centro, en todo Juchitán hay decenas de casas caídas en cada cuadra, centenas por sección, agencias, colonias y fraccionamientos. Son unos 53 asentamientos humanos densamente poblados.

 

¿Son 5 o 10 mil casas dañadas?

 

La autoridad municipal que, apenas está por organizarse para hacer frente a la contingencia, ofreció la cifra de cinco mil casas destruidas o afectadas al presidente Peña Nieto, se quedó corta. En Juchitán hay unas 25 mil casas, dato conservador al considerar que hay ese número de contratos del servicio de agua potable.

En un recorrido por las calles pueden verse a familias mudarse pues sus casas están colapsadas. Van con familiares a lugares seguros o a otros poblados. Algunos viven en parques y explanadas, duermen ahí con sus hijos y mascotas. Apenas hay un albergue temporal en el Instituto Tecnológico, la autoridad municipal apenas empezará a organizarse.

Lo que se calcula, con evidencias palpables, es que por lo menos un poco menos de la mitad de las casas están dañadas, unas 10 mil casas. Las que igual que el número oficial de muertos, 46, seguirá en aumento en la medida en que pasen los días, se revise el estado de las construcciones, y se levanten los escombros de los inmuebles donde se están hallando personas. Ya se habla de 56 muertos, con los que se han hallado. La cifra oficial es de 76 en todo el estado. Llanto y dolor por todas partes.

Ayuda casi inmediata a los aplastados con la llegada de la Brigada de los Topos de la Ciudad de México y de la Costa de Oaxaca. En su primer día sacaron a un policía de los escombros de la tercera parte del palacio municipal juchiteco que se derrumbó. También evaluaron casas dañadas y derribaron lo que les fue posible que era de peligro.

 

Duelo de discursos

 

En un duelo de discursos, el presidente Peña en su visita a Juchitán dijo que su gobierno no dejará en el desamparo a los afectados, que les hará llegar las ayudas de manera directa, en una indirecta muy precisa a quienes gobiernan ese municipio, como si él fuera toda pulcritud. Para nadie es secreto que los recursos del Fonden son generalmente aprovechados por políticos de toda laya.

La presidenta Gloria Sánchez le reviró a Peña que más que despensas lo que el pueblo necesita es reconstruir sus casas, recursos para rehacer su patrimonio. Se le pidió ese apoyo esencial, pero el presidente no dejó claro si dispondrá de recursos para apoyar la reconstrucción.

 

Juchitán, víctima de sí mismo

 

Antes que víveres u otros apoyos, los juchitecos pidieron seguridad pública. Lo que fue atendido y la ciudad se llenó de policías y militares. De otra manera las hordas delincuenciales que abundan en el municipio podrían haber saqueado como acostumbran en situaciones similares.

Negocios y supermercados están cerrados, tanto por el temor a los derrumbes como por las pandillas que acechan para saquear.

Las poblaciones más dañadas fueron Juchitán, Ixtaltepec, Xadani, Unión Hidalgo; Unión Hidalgo; San Dionisio del Mar, Ixhuatán; de Tehuantepec se anuncia que son 900 casas dañadas, quizá sea lo doble tomando en cuenta que las autoridades cuantifican a la baja, pero no se compara con las 5 o 10 mil de Juchitán. En Ixtaltepec hay cálculos que el 60 por ciento de las casas están devastadas.

Al desastre natural, se agrega que los ayuntamientos no tienen experiencia en prestar auxilio a sus gobernados, no saben de protección civil o no tienen capacidades y recursos para ello, como vimos con el ayuntamiento de Salina Cruz en la pasada conflagración en la Refinería. Sus habilidades son para manejar el erario y el presupuesto públicos.

 

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