*Tras 55 años de servicio a la comunidad, cerró sus puertas el comedor de doña “Conchita” en Salina Cruz.
Hiram MORENO
Salina Cruz, Oaxaca. Agosto 14 de 2018.- Después de 55 años dedicada a vender desayunos y comidas a trabajadores del volante principalmente, con la tristeza en sus ojos, la señora Concepción López Cacique, más conocida como “doña conchita”, anunció que se terminaba una larga etapa de su vida, el servir a los demás a través de su exquisita cocina.
El pequeño comedor ubicado en la calle Coatzacoalcos número 501 del barrio Santa Rosa, en el centro del puerto de Salina Cruz, doña conchita lo inició cuando tenía 28 años y lo cultivó con tanto cariño, con esfuerzo, pasión y responsabilidad con sus comensales que se fortaleció cada día más y alcanzó sus mejores años cuando su compañero de vida, el señor Luis Paulo García, el popular “gusano”, le ayudaba en sus quehaceres y se encargaba del arroz, el frijol y además, de mover incansablemente el riquisimo mole negro que preparaban habitualmente en pareja.
Sus hijos Milda, chuchis, toño y conchis, siempre estuvieron con ellos y apoyaron a doña conchita hasta el final de su vida laboral en el comedor, que se volvió de todos los que acudíamos por un plato de guisado de res, un pescado frito, una inigualable torta de camarón, un plato de alubias, cochinita pibil, caldo de pescado gallo o el reparador caldo de pollo…
Se acabo el buen sazón, doña conchita merece descansar y disfrutar a sus nietos, bisnietos, a sus hijos que la adoran y siempre están pendientes de ella como lo estuvieron de don Luis.
Naty mas agua por favor, ya no se escuchará en el comedor de doña conchita, que recibía a todos con una sonrisa que a veces era burlona, “ya tarde vienes moreno, ya se acabó todo, ya n o hay caldo de pollo”.
Imposible poner los nombres de tantos y tantos comensales agradecidos por sus atenciones y su sabrosísima comida, pero se que no hago mal en decir que todos los que tuvimos la dicha de comer de su mano, le decimos con cariño y respeto, muchas gracias doña conchita.
Los tres últimos comensales, si puedo presumir, fuimos un servidor, el amigo Samuel García que acabamos el caldo de pollo y el yerno consentido que al final solamente alcanzó medio plato de sopa que le sirvió la comadre Milda, mi compadre Anselmo López Villalobos.
“Gracias conchita por tanto que nos diste a lo largo de toda una vida de colores y sabores incomparables, con tu sonrisa, con tu amistad y tus atenciones”.
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