No se reconoce trabajo doméstico remunerado como digno ni socialmente útil

Por Gabriela Ramírez / SEMEXICO.ORG.MX

México, 4 de mayo de 2015. SemMéxico.- Se sabe que son ellas, trabajadoras domésticas, quienes llevan la carga de los bajos sueldos y la discriminación. Sin embargo, aun en el trabajo doméstico hay malas y peores condiciones.

El trabajo doméstico remunerado es la actividad donde imperan las peores injusticias y éstas afectan principalmente a las mujeres ya que son el 94.2% de quienes se desarrollan en este ámbito, afirma el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).

Una de las principales injusticias que enfrentan los y las trabajadoras domésticas está relacionada con los bajos ingresos.

Una persona que realiza tareas de limpieza, preparación de alimentos, cuidado de personas, chofer o lavado y planchado de ropa en un establecimiento gana en promedio de tres a cinco salarios mínimos, según el más reciente Perfil Sociodemográfico de los Trabajadores Domésticos Remunerados en México publicado por INEGI en 2010.

Sin embargo, cuando una persona realiza estas tareas en una casa, el pago es menor, y solo 28.7% de las y los trabajadores domésticos remunerados alcanza este nivel de ingresos.

En el caso de las mujeres, a mayor ingreso, mayor es la desigualdad. El INEGI señala que 64.7% de las mujeres perciben hasta dos salarios mínimos en comparación con el 34 % de los hombres. El 31.2% de los hombres reciben más de tres salarios mínimos y solo 8.2% de las mujeres alcanza esa cantidad; y 9.1% de los hombres perciben más de cinco salarios mínimos, cifra que se reduce a solo 1.1% en las mujeres.

Las personas que realizan trabajo doméstico remunerado laboran en promedio 36.4 horas a la semana, según INEGI. Quienes se desempeñan como cocineros o cuidadores de personas laboran poco más de 40. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los y las trabadoras domésticas no tienen un horario definido o sus descansos no son respetados, sobre todo cuando viven en la misma casa donde laboran.

Y persisten las malas condiciones laborales. En México nueve de cada diez personas que se dedican al trabajo doméstico remunerado no cuentan con un contrato laboral, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS 2010) Resultados Sobre Trabajo Doméstico, realizada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), ONU Mujeres y la OIT.

Coincide el INEGI al señalar que 76.3% de las personas que realizan el trabajo doméstico remunerado no tiene ninguna prestación. Casi 900 mil personas no reciben servicio médico, vacaciones pagadas, prima vacacional, ni aguinaldo.

Solo 27% de los y las trabajadoras domésticas reciben aguinaldo y el 16% tiene vacaciones con goce de sueldo.

Además, el 43.8% de las personas que se dedican al trabajo doméstico remunerado no tiene acceso a servicios de salud. Esta situación afecta en mayor proporción a las mujeres pues 44% no tienen seguridad social, según el INEGI.

El promedio de escolaridad de quienes que se dedican al trabajo doméstico es de 6.3 años, casi dos años menor al de la población de 15 años y más en México, que es de 8.6 años.

Pero mientras que los trabajadores domésticos remunerados tienen un mayor promedio de escolaridad hasta 7.7 años, las mujeres solo acudieron 6.3 años a la escuela. El 9.7% de las mujeres que trabajan en esta actividad no cuentan con ningún nivel cursado o aprobado contra el 6.3% de los hombres.

Julieta es una mujer oaxaqueña. Ella se ha desempeñado en el trabajo doméstico desde hace 20 años. “Yo sólo alcance a estudiar hasta quinto año de primaria. Luego me vine con una tía al D.F., me acomodó en una casa y ya no pude seguir en la escuela. Al paso del tiempo pienso que tal vez me hubiera gustado estudiar para maestra” explica.

“He trabajado en varias casas. Una vez fui a trabajar a una casa en la colonia Condesa en el D.F. Fue para mi un suplicio porque la señora y sus hijos me gritaban, me trataban mal, siempre era la india. Se suponía que tenía una hora de salida porque no vivía con ellos, pero siempre se ofrecía algo a la mera hora y si no me quedaba me amenazaban con correrme. Hasta que ya no aguanté y vi la forma de encontrar trabajo en otra casa donde afortunadamente me trataron mejor” dice Julieta.

Ella nunca pensó en denunciar los malos tratos y la discriminación. No sabía de leyes que podrían protegerla. No sabía que tiene derecho a prestaciones, ni sabía a quién acudir.

La discriminación y los malos tratos persisten. Al respecto la ENADIS 2010 señala que la naturaleza del trabajo doméstico se mantiene poco visible porque se desarrolla en el ámbito privado de los hogares y eso propicia los malos tratos, la violación del derecho al descanso, a la privacidad, contrato y prestaciones.

Además explica que en México no se reconoce el trabajo doméstico como trabajo digno y socialmente útil lo que provoca que este sector laboral se vea expuesto a actos de discriminación, explotación y maltrato.

Yolanda, una mujer mazahua proveniente de San Felipe del Progreso en el Estado de México, llegó a trabajar a una casa ubicada al sur de la ciudad de México hace casi 40 años. Toda la vida trabajó para una familia, un matrimonio con tres hijos y una hija. Para ella, el trabajo doméstico era la única oportunidad para salir adelante, pero tuvo que enfrentar diversos obstáculos como la lengua, la cultura y la discriminación.

“Cuando yo llegué a la ciudad estaba asustada, no quería dejar mi pueblo. Yo no hablaba bien español, no sabía cómo eran las cosas acá. Poco a poco fui aprendiendo a hablar español. Yo tuve que venir porque fui mamá muy joven y me quedé sola. Dejé a mi hijo con mi mamá en el pueblo y tuve que trabajar para mandar dinero. Yo viví muchos años en la casa de mis patrones, ahí comía y dormía. La mayoría de las veces no me dejaban comer lo mismo que ellos o me lo daban ya días después. Y yo tenía mi cuarto en la parte de arriba de la casa y mi trabajo no acababa porque a la hora que se ofreciera algo yo tenía que estar pendiente, ni modo de decir que no podía o que ya no eran horas” explica Yolanda.

En este sentido, el Conapred, ONU Mujeres y la OIT han señalado que debido a que el trabajo doméstico es realizado principalmente por mujeres, es relevante considerar enfocar el marco jurídico de manera particular a su situación porque en México el tema de las trabajadoras domésticas se encuentra rezagado.

Al respecto, recientemente Lorena Cruz Sánchez, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), se manifestó optimista respecto a que México ratifique el Convenio 189 de la OIT que exige que las y los trabajadores domésticos perciban el salario mínimo, horas extras, licencia anual remunerada y condiciones laborales seguras.

La titular del instituto aseguró que se han mantenido diversas reuniones con las secretarías de Gobernación y del Trabajo y Previsión Social, así como con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación; sin embargo para llevar a cabo la testificación que haya ahora se ha visto retrasada por cuestiones administrativas.

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