ELISA RUIZ HERNÁNDEZ
OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- Juana Catarina Romero nació en una familia sencilla en el barrio Jalisco de Santo Domingo Tehuantepec el 24 de noviembre de 1837.
Su padre se dedicaba al campo y a fabricar servilletas y enredos que las tehuanas utilizaban para vestir. Su madre elaboraba cigarrillos con hoja de tabaco para contribuir en la economía familiar.
Muy joven y sin haber asistido a la escuela, se inició en el comercio. Primero vendió tabaco y en poco tiempo abrió su tienda “La Istmeña” donde además de tabaco vendía cacao, añil azul y grana cochinilla, utilizados para dar color a los enredos.
A los treinta años, siendo ya una próspera comerciante, por cuenta propia decidió aprender a leer y escribir. Vio que la educación era buena e inmediatamente fundó en su propia casa una escuela y contrató maestros para que le enseñaran a los niños y niñas de Tehuantepec.
Posteriormente hizo construir dos escuelas: “San Luis Gonzaga” para varones, atendida por misioneros maristas traídos de París; y una escuela para niñas atendida por Madres Josefinas provenientes de la Ciudad de México.
La construcción de planteles y su mantenimiento, así como el salario del personal, fueron cubiertos por ella hasta después de su muerte, tal como lo dictó en su testamento.
Fomentó las bellas artes, otorgó becas a músicos destacados para estudiar en el Conservatorio Nacional para que luego retornasen a formar atender escoletas.
En tiempos de la Guerra de Reforma, siendo Porfirio Díaz jefe político de Tehuantepec, contó con la ayuda de Juana C. Romero como informante de los movimientos del enemigo. Gracias a ella y a su grupo de «espionaje» Díaz obtuvo importantes victorias con su ejército liberal sobre los conservadores.
Desde aquella época se estableció entre Juana Catarina Romero y el general Porfirio Díaz una amistad respetuosa y de colaboración que redundaron en el progreso de Tehuantepec en aquellos tiempos difíciles para el país.
Con el paso de los años Juana C. Romero creció también como empresaria en la producción de azúcar y ganó premios internacionales. En tanto que Porfirio Díaz se hizo presidente de México.
Señalan algunos historiadores que cuando Porfirio Díaz despachaba como presidente en el Castillo de Chapultepec, la llamada «Mamá grande» era bien recibida por la primera dama, Carmelita Romero de Rubio.
Hacia 194 una fuerte epidemia de viruela azotó la región. La altruista mujer hizo entonces traer a médicos de la Ciudad de México y a las Siervas de María para socorrer a sus paisanos.
Durante sus viajes a Europa, Juana Catarina Romero adquirió sedas, muselinas y encajes que incorporó al traje de la tehuana para darle su actual esplendor.
También transformó el traje del varón incorporando el sombrero «Charro 24», confeccionado originalmente con pelo de castor y bordados de plata.
Un momento culminante en la vida de Juana Cata, como se refieren a ella sus paisanos, fue cuando en enero de 1907 se inauguró el ferrocarril de Tehuantepec a Salina Cruz.
El acontecimiento histórico para México fue celebrado con un concierto en la plaza principal de Tehuantepec y se llevó a cabo la «Vela Vinni» en el salón de la Casa Municipal (el palacio municipal) cuya construcción había financiado la misma empresaria.
Los invitados especiales y el cuerpo diplomático asistieron en aquel entonces vestidos de etiqueta y, las tehuanas, con su espléndido traje regional, engalanaron el festejo.
Otro momento histórico que reunió a Díaz y Juana Cata fue el centenario de la Independencia de México, a cuyos festejos en el Castillo de Chapultepec asistió como invitada. Acudió acompañada con cien tehuanas ricamente ataviadas que llamaron la atención de diplomáticos e invitados extranjeros.
La influencia francesa de la época porfirista hizo que Juana Catarina Romero se construyera un elegante chalet hacia el año 1911. Para entonces Porfirio Díaz ya se encontraba exiliado en París. No obstante mantuvieron la comunicación por carta.
Afectada en su salud, Juana Catarina Romero partió a los 78 años de su chalet, el 18 de octubre de 1915, y abordó el tren hacia la Ciudad de México buscando aliviar sus males.
La muerte la sorprendió en Orizaba, Veracruz, al día siguiente, el 19 de octubre de 2015. El gobernador en Veracruz giró instrucciones para brindar todo el apoyo necesario para el traslado del cuerpo de Juana C. Romero a Tehuantepec, donde fue sepultada en una cripta que ella misma había hecho construir.
Por todo ese legado de humanismo y filantropía, el próximo 19 de octubre, fecha en que se conmemora su centenario luctuoso, Juana C. Romero será declarada “Benefactora de Tehuantepec” en sesión solemne del Congreso del Estado.
Para tal efecto, y a invitación del Ayuntamiento que preside Donovan Rito Salinas, el poder legislativo trasladará su sede a Tehuantepec, donde también será inaugurada la exposición “Porfirio Díaz de puño y letra”, organizada por la Secretaría estatal de Cultura, que incluye algunas cartas dirigidas a Juana C. Romero; y se develará una placa conmemorativa.
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