Encabezado por Gadino Cué, el decepcionante “gobierno del cambio”, casi totalmente improductivo, señalador de más ambicioso y corrupto que los anteriores del PRI, abrió una brecha muy amplia para que el tricolor vuelva al poder en el próximo sexenio.
Pepe Toño Estaefan, de ser candidato de una coalición similar por la que Gabino se coronó gobernador, o por una alianza equivalente (PRD y PAN y otras incoherentes asociaciones políticas), no garantiza ni se acerca por poco a un triunfo por lo menos medianito en la vecina contienda electoral. Carol Altamirano y Hugo Jarquín del PRD, en asociación con Juan Iván Mendoza y Diódoro Carrasco del PAN, mezclados con Pepe Toño Estefan del PRI (pero disfrazado de perredista), más que una fórmula prometedora de un triunfo arrasador resultan una mengambrea (mezcolanza viscosa) con pronosticable derrota, muy evidente desde hoy.
Benjamín Robles… bailando, sin sentido, sin rumbo sólido.
El partido Morena, en manos de Salomón Jara, rechazó la oferta de aliarse al PRD para contender por la gubernatura este año, pues sabía que no tendría poder de decisión total sobre el candidato a pesar de su sorprendentemente vertiginoso buen posicionamiento en las preferencias electorales. Empero, las malas decisiones del propio Salomón Jara en la designación de candidatos a diputaciones federales, le restó al partido confianza ciudadana y, por ende, votos probables.
Martín Vásquez, político anteriormente prominente y exitoso, ha visto la sombra por años. Durante su cargo como diputado federal no movió mucho de su poder político, pues aunque se especializó en operar triunfos y fracasos de su partido tras bambalinas, conforme a los acuerdos internos y sus propias estrategias y metas, se esperaba verlo más protagonista por su aspiración a gobernar la entidad. Sabedor de “esperar los tiempos”, como siempre confía en palabras propias, se disciplinó y esperó hasta, recientemente, anunciar su interés en ser gobernador, pero la noticia apenas muy ligeramente difundida no infundió el furor popular que él esperaba. Sin embargo, esa tibieza que le caracteriza últimamente, de no esperar tanto, se deba a su disciplina al partido y, obvio, servilismo y respaldo total al que sea que quede como candidato oficial del PRI.
Mientras era diputado federal, Samy Gurrión se había posicionado, según un par de encuestas prematuras, supuestamente en el primer lugar en popularidad y preferencias electorales, muy por arriba de todos los demás aspirantes. Pero ambas encuestas, que en ningún caso se hicieron públicas, arrojaban fantasías precipitadas, pero presuntamente sorprendieron tanto al gobernador Gabino que éste, en su afán de quedar bien, ofreció a Samy Gurrión recursos públicos, entre los que destaca una aeronave oficial del gobierno estatal para las giras en que el ex diputado entregó gestiones por toda la entidad, que se señaló como una campaña anticipada.
La primera encuesta se hizo exclusivamente para medir niveles de “popularidad”. Es decir, para saber quién o quiénes eran más conocidos en el estado. Alejandro Murat, Eviel Pérez Magaña y Samy Gurrión eran los mejor posicionados. La segunda encuesta se hizo ya para medir “la intención del voto” y los resultados eran similares.
Ambas encuestas fueron pagadas presuntamente por el gobierno del estado (Gabino Cué), y se hicieron contra los reglamentos del ahora INE, Instituto Nacional Electoral, que las prohíbe fuera de los tiempos oficiales permitidos y sin que se hagan revisiones y aprobación de las preguntas aplicadas (que no estén amañadas o busquen intencionalmente respuestas favorables para un particular), y por ello no se hicieron públicas. Además, no se conocen los números reales de tales encuestas; no se conocen los rangos, alcances, zonas en que se hicieron… las pudieron haber aplicado un grupo de gringos turistas, pues, no sabemos. Y ni sabremos, ya que hacerlas públicas podría descubrir algunos delitos impunes.
Por ello, se recurre regularmente a los medios de Prensa, a los que sí se les permite realizar encuestas fuera de los lineamientos del INE, pues se utiliza la investigación periodística como excusa.
Finalmente, las encuestas no determinan un ganador, y menos imponen un mesías. Las encuestas sólo sirven de apoyo para los partidos políticos y los aspirantes; los partidos para conocer las preferencias, niveles de aceptación y rechazo, popularidad, y tomar la decisión de a quién postular, y ése es otro largo camino que toma cada aspirante en su partido; los aspirantes para tener certeza de qué exigir a sus partidos. Y luego intervienen muchos otros factores “socio-político-ambientales”, por decirlo así: Que el que contesta una encuesta no es garantía de un voto real contable (válido); no todos los que responden encuestas son votos seguros contables (válidos); se excluye de las encuestas a un gran porcentaje (mayoría) de votos contables (válidos); la magistral aplicación del “marketing” político, estrategias de “mercado” político, entre otros.
Hoy, son dos aspirantes priistas los que realmente se pelean la titularidad de la candidatura oficial: Eviel Pérez Magaña y Alejandro Murat. Alfonso Gómez Sandoval, el tercero en discordia que entró como alternativa presuntamente desde Los Pinos, no se ha metido en buenos términos, en términos sólidos, al ruedo de la contienda. Samy Gurrión parece ya negociar otras posiciones menores. Y a Murat y a Pérez Magaña ya se suman, en cada una de sus huestes, ex aspirantes que buscan cobijo
El PRI, de no ponerse de acuerdo al interior, podría perder de nuevo la contienda estatal. De ponerse de acuerdo, sumaría a los seguidores de cada aspirante y tendrían seguro, más aún, su regreso al poder. En ese sentido, vemos a grupos priistas mucho menos radicales que hace seis años, más abiertos a la decisión de la dirigencia de su partido y más decididos a no perder seis años más lejos del control de la gubernatura y de la mayoría de las posiciones políticas en la entidad.
Au revoir
Mario Osiris Benavides Morin
Catedrático de la Universalidad de Oaxacalifornia
Dejar una contestacion