Genaro Mendoza
Pues nada, que el lobo tiene hambre. ¿Qué hacer? Se pregunta. Con muchos días en ayuno, sin dinero ni amigos (todos lo tienen bloqueado en Facebook), su aturdimiento le lleva a pensar en el vegetarianismo, como una respuesta orgánica a su problema. Realmente está desesperado.
Y mero cuando estaba pensando en darse un nuevo sistema de valores y prioridades, he aquí que aparece Caperucita roja, en medio del bosque.
“Mi reino por esa caperuza” dijo, casi con los ojos en blanco, viendo su piel blanca y su ropita entallada. Hubiera querido preguntarle, como cualquier padrote de quinto patio: “¿Estudias o trabajas?”, pero se contuvo, recordando que la tal Caperucita roja era una “Nini”.
-Oh, voy con mi abuelita. Se ha puesto un poco mal y le llevo unos totopos y Gueta bi’ngui’-, informó la niña.
-Ugh, yo también quiero saludar a tu abuelita-, respondió el lobo, pensando que tendría alimento por varios días, lonchándose a amabas. Así que, ¿Por qué no jugamos unas carreritas, cada quien por su lado, a ver quién llega primero?. “Va que va”, respondió Caperucita roja, sin sospechar que el lobo tomaría un camino más corto.
-Toc-toc-
-¿Quién es? –preguntó la abuela-. “Yo, tu nietecita”, respondió el lobo, con la chulería propia del que quiere algo.
-Ay, mijita, me aigas mandado un whatsApp, avisándome que vendrías-. Dijo la abuela mientras abría la puerta.
Como se sabe, el lobo entró y, sin muchos asquitos, se lonchó a la abuela. Así quedó asentado en la carpeta de investigación que abrió la fiscalía para homicidios dolosos.
Asímismo, en conferencia de prensa, la dependencia señaló que el relativismo moral del lobo le llevó a vestir las ropas de la abuela para engañar y cobrar su segunda víctima en la persona de Caperucita roja.
No es que el lobo fuera trasvesti o sobrellevase parafilias análogas, sino que -como consta en actas-, fue un truco para confundir a Marianela “N” (verdadero nombre de Caperucita roja) a quien, luego del conocido “para oirte mejor y para verte mejor”, engullió sin moderación.
Por todo ésto, y como quedó demostrado con los elementos de prueba que arrojó la investigación, se giró una orden de captura contra el inculpado, siendo un lugareño quien lo identificó y logró darle caza.
Moraleja…
Así como éste, hay otros lobos, que en el ambiente político se construyen un personaje para engañar. Pero a diferencia del protagonista de Charles Perrault, no son castigados. Más bien, inmersos en un sistema de engañosa democracia, son premiados con otros cargos y hasta con una reelección.
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