Genaro Mendoza
Con su ilusión de actualidad, el elemento gay vuelve a hacerse notar.
A una semana de elegir a quienes han de administrar lo que resta de este país, “el tercer elemento” ha tomado, nuevamente, las calles en su exigencia de no ser más un subgrupo social.
Y, aunque su comportamiento público deja claro que sus aspiraciones intelectuales, más que la Rotonda de los Hombres ilustres, es el desm4dre y la risa loca, este grupo reclama un marco legal propio.
Para conseguirlo, sus integrantes se mueven entre la frivolidad y el complejo de culpa de quienes les rodean. Y claro, como lo que importa ahora es exhibirse como “progresista” (lo que esto signifique) muchos, por afinidad o por contaminación -especialmente aquellos que están en una posición de poder-, adoptan sus mismos slogans en nombre de la diversidad. Aún si esto representa pasar por encima de los derechos de terceros (niños que no tienen opción ni defensa posible), como ocurre en el ya constitucional derecho a la “adopción homoparental”.
Lo chabacano, pues, es lo que determina la agenda pública. Eso, y lo que pueda conseguir un equipo de futbol en Rusia, a nombre del país.
En un mundo binario (hombre-mujer) el tercer elemento ha instrumentado su identidad con poca ropa, pulserita y correa. 5 de mayo y eje central/foto: Genaro Mendoza
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