Marcha por el halconazo termina con un llamado a luchar contra reformas de Peña

  • Critican manifestantes que a 43 años de la masacre no se castigue a culpables

016n1pol-1Emir Olivares

Periódico La Jornada
Miércoles 11 de junio de 2014.

Han sido 43 años de impunidad y lucha para conseguir que los culpables de la matanza estudiantil del 10 de junio de 1971, entre ellos el ex presidente Luis Echeverría Álvarez, sean castigados por ese crimen “de lesa humanidad”. Bajo esa consigna, ayer unas 2 mil personas salieron a las calles a exigir justicia.

Al grito de 10 de junio no se olvida, los manifestantes marcharon de la Normal Superior, en Ribera de San Cosme, al Zócalo capitalino, para demandar la apertura de procesos judiciales por la matanza de 1971, juicio y castigo contra los responsables materiales e intelectuales, y que se eliminen las normas y protocolos que criminalizan la protesta social.

La movilización terminó con un mitin en el Zócalo, donde se llamó a la unión social para echar abajo las reformas estructurales impulsadas por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, las cuales atentan contra los intereses de la mayoría de los mexicanos.

La protesta fue encabezada por miembros del Comité 68, entre ellos Félix Hernández Gamundi, Leopoldo Ayala, Jesús Martín del Campo y Víctor Guerra. Se informó que Raúl Álvarez Garín, uno de los líderes históricos del movimiento de 1968, no participó debido a problemas de salud, pero nos acompaña desde donde está. Él sigue en pie de lucha. Los acompañaron estudiantes de la UNAM, del IPN, la UAM, la UPN y de algunas normales rurales, así como miembros de organizaciones sociales, como el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco, la CNTE y el SME.

Durante el recorrido, unos 100 jóvenes con los rostros cubiertos, quienes se colocaron en la retaguardia de la marcha y fueron aislados por los demás contingentes, participaron en varios desmanes. Primero lanzaron bombas molotov contra las oficinas del PRI en el Distrito Federal, ubicadas en la avenida Puente de Alvarado, y realizaron pintas y destrozos en algunas tiendas de conveniencia, así como en una estación del Metrobús.

La riña

Minutos después, a su paso por Avenida Juárez, protagonizaron una escaramuza contra algunos reporteros que cubrían la marcha. Se reportó que al menos cuatro representantes de los medios de información fueron agredidos y resultaron con lesiones –de acuerdo con la Brigada Humanitaria de Paz Marabunta, quien dio atención a los heridos. Además, a uno de ellos, reportero gráfico, le destruyeron su equipo de trabajo a martillazos. Se trató de Marco Ugarte, de Ap; Luis Castillo, del periódico Reforma; París Martínez, de Animal Político, y un fotógrafo independiente, quien no quiso dar su nombre. Al final, los ánimos se tranquilizaron y la marcha continuó su camino sin mayores incidentes.

Los organizadores censuraron esos incidentes, aunque rechazaron que éstos hayan manchado el objetivo de la protesta. Destacaron que, a diferencia de otras ocasiones, durante la movilización no se observó presencia de elementos policiacos, lo cual muestra que la ciudadanía puede salir a manifestarse y garantizar su seguridad y la de las calles.

Correspondió a Simitrio Sarabia, del Comité 68, dar lectura al documento consensuado entre todas las organizaciones participantes. Indicó que con este acto se rindió homenaje a las mujeres y hombres jóvenes que hace 43 años el Estado, encabezado por el gobierno de Luis Echeverría, masacró. Y lo hizo porque cometieron el terrible crimen de atreverse a luchar. En el mitin también tomaron la palabra Yakiri Rubí Rubio y Miguel Márquez, este último del SME.

Para los mexicanos existen dos proyectos: el de los neoliberales, que es la mayor entrega del país a más dominación y saqueo imperalista, y el de nosotros, el pueblo digno mexicano, que es construir un México libre, independiente, soberano y democrático, en el que la educación sea científica, crítica, solidaria y humanista, la industria energética sirva de base al desarrollo independiente nacional, el poder judicial no sea supremo ni absoluto, sino rinda cuentas y sus integrantes sean electos por la ciudadanía, y que el sistema económico garantice trabajo, bienestar, libertad y justicia para todos.

(Con información de César Arellano)

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