El aroma de la persona adecuada, el contacto visual que ocasiona una descarga eléctrica que pone al cerebro en una situación de alerta máxima, ese arsenal pirotécnico de una alquimia corporal, ese simple coqueteo que seduce y puede llegar a convertirse en el proceso de enamoramiento.
Para que una persona nos atraiga de tan irresistible manera, se conjugan una serie de esquemas inconscientes que traemos desde la infancia: fantasías, expectativas, ideales, necesidades, las cuales crean en nuestro cerebro un mapa del amor, un molde mental hecho con recuerdos que determinan lo que nos excita y nos lleva a querer o a enamorarnos de alguien especial.
Así lo explicó en entrevista, la coordinadora de Salud Mental de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), Erika Ruíz Santiago, quien describió que existen ciertos filtros que aplicamos antes de elegir a la pareja, ya sean momentánea o de por vida.
La funcionaria apuntó que la primera categoría es la “Proximidad”, a través de ella conocemos y nos reconocemos (comunicación no verbal, sonidos, gestos, sensaciones), percibimos todos los elementos que alimentan la fantasía, los sentidos y nuestro intelecto.
Detalló que la siguiente clasificación es el “Atractivo”, una persona con características deseables tendrá más posibilidades de que nos acerquemos o interesemos en ella, y que de ese conocimiento surja algo más intenso, (el atractivo no solo como la belleza física, implica también la conexión con diversos elementos tales como: inteligencia, amabilidad, nobleza, carisma, simpatía, ternura).
“No basta percibir al otro como interesante, además el sujeto debe percibir signos de que esa atracción es recíproca, que alguien nos guste mucho no implica necesariamente que vayamos a caer en el enamoramiento, el factor que contribuye decisivamente a encender la llama del amor es la sospecha de que existe reciprocidad en el deseo y así el enamoramiento se precipita” destacó.
El tercer filtro es la “Similitud”, ya que tendemos a buscar compañero de vida entre quienes se asemejan a nosotros ya sea en religión, ideología, nivel educativo, profesión y clase social, “la compatibilidad de ideas es un factor muy relevante para la armonía en la pareja, aquellas personas parecidas a nosotros muestran un mayor nivel de satisfacción, mientras que cuando hay importantes diferencias aumentan las probabilidades de separación”, aseguró.
Señaló que el último filtro es la “Complementariedad”, la persona debe también poseer algunas características o recursos que no tenemos, y que puedan complementar los nuestros.
“Sí bien el enamoramientos es algo mágico, un torbellino de procesos químicos, físicos y psicológicos, podemos quedar fascinados por alguien en fracciones de segundos, casi en forma subliminal, o bien una amistad de años a través de la convivencia puede convertirse en amor; elegir pareja es la decisión más crucial de nuestras vidas, gastamos una cantidad enorme de tiempo y de energía tratando de hallar a ese alguien especial, es una transición altamente compleja, en donde sólo somos conscientes de una parte, el resto es inherentemente impredecible por que opera fuera de nuestra conciencia”, concluyó.
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